Esta actividad podemos comenzarla y terminarla en el mismo día, o podemos hacerla a lo largo de toda la semana, recogiendo las cosas que queremos poner en la línea de vida.
Buscamos hojas de papel en blanco, cartulinas, marcadores lápices y todo el material que podamos reunir. Pegamos las hojas de papel como formando una gran línea de vida de la persona que murió, marcando el día en el que nació y el comienzo de su camino por esta vida. Podemos dividirla en etapas o años, marcando los acontecimientos más importantes de su vida: los momentos de gozo y de dolor… los lugares en donde vivió, las personas que lo acompañaron, los hitos o grandes momentos que marcaron la vida de esa persona, etc. Podemos también agregar a esa línea de vida fotos, frases, recuerdos que cada uno pueda ir escribiendo o palabras que quieran decir las personas que la amaron pero que no están ahora presentes en este momento (Podemos recoger estos testimonios con anterioridad o ir agregándolos después).
Al terminar de hacer la línea de vida, hacemos juntos la señal de la cruz, buscamos una vela encendida, y mientras cantamos una canción, la vamos apoyando en el inicio de su vida, y la vamos moviendo a lo largo de todo el camino de su vida, hasta llegar al día en que murió. Queremos significar la presencia de Jesús iluminando su vida, acompañándolo en cada paso hasta llegar a la muerte.
Nos quedamos en silencio, contemplando su vida y esta luz que resplandece. Cada uno puede decir una frase o palabra que exprese lo que siente en ese momento. Después ponemos las manos en el corazón, como gesto de profunda gratitud, y nos inclinamos para honrar la vida de la persona que murió.
Como un signo de nuestra certeza de que el amor es más fuerte que la muerte, y nuestra fe en que la persona que murió sigue viva en el corazón de cada uno, tomamos una pequeña vela y la encendemos en el cirio que apoyamos sobre la línea de la vida (si no tenemos velas pequeñas de esas que se compran en los supermercados podemos ir pasándonos unos a otros el cirio).
Rezamos juntos el Padrenuestro y nos damos un saludo y abrazo de paz y consuelo.
Esta línea de la vida podemos compartirla después con nuestros amigos y familiares, a manera de video o documental de su vida. Sea de la manera que sea, es bueno que podamos compartirla con toda la familia a través de las redes sociales o modalidades virtuales.
Línea de la vida
ACOMPAÑAR A LA FAMILIA / DECIR ADIÓS / RITOS DE DESPEDIDA
Nos reunimos en familia en torno a una mesa. Ponemos muchos papelitos sobre esta. Nos tomamos un tiempo pausado y calmo. Podemos colocar en el centro de nuestra reunión el Libro de la Biblia y un cirio encendido y también fotos de la persona que murió o algún objeto que nos la recuerde.
Comenzamos haciendo juntos la señal de la cruz. Podemos leer alguna lectura de la Palabra de Dios que nos ayude a recordar a la persona que murió:
Jesús nos dice: “Yo soy la resurrección y la Vida, el que creen en mí, aunque muera vivirá.”
Invitamos a que cada uno tome un papel de un color y escriba el motivo más importante por el que quiera agradecerle a la persona que murió.
Después los invitamos a tomar otro papel y escribir (si es que así lo desean) algún motivo por el cual quieren pedir perdón o perdonar a la persona que falleció.
Después, por turnos, vamos compartiendo aquello que queremos de lo que escribimos, poniendo los papeles de gracias formando un círculo al lado de la Biblia y del cirio encendido. Cuando todos hayan terminado de compartir sus motivos para dar gracias, realizamos el mismo gesto con los papeles en los que queremos pedir perdón.
Al terminar este gesto podemos rezar juntos un Padrenuestro unidos a Jesús y a esta persona que despedimos con tanto amor.
Dar gracias y pedir perdón
La muerte nos confronta, nos interroga… Nos desafía a encontrar una respuesta y nos pone en contacto con la dimensión trascendente de la vida. Cuando la muerte irrumpe de forma imprevista en nuestras vidas quedamos desconcertados y no llegamos a comprender o dimensionar lo que nos está pasando. Hablar de la muerte es dar lugar a los interrogantes más profundos acerca de la vida: ¿qué nos pasa después de la muerte? ¿Dónde y cómo están las personas que mueren? ¿Cómo podremos seguir viviendo cuando mueren las personas que amamos? ¿Qué sentido tiene la vida?
Son preguntas que tocan fuerte nuestro corazón y a veces hacen tambalear nuestra existencia. Son preguntas que nos conducen al encuentro de las respuestas que dan sentido y propósito a nuestras vidas.
Los invitamos en esta Asamblea a darse un tiempo para preguntarse acerca de la muerte y de la vida, y de compartir juntos lo que van viviendo ante la muerte de un ser querido.
Les recomendamos a los adultos de la familia que hagan esta asamblea entre ustedes para después recién compartirla con los más pequeños de la familia, a los que tendrán que escuchar, contender y consolar.
Los invitamos a realizar esta Asamblea como una forma de despedir a la persona que murió y que amamos, compartiendo el dolor de su partida, pero con la esperanza de su vida eterna junto a Dios y de su presencia entre nosotros para siempre.
El amor es más fuerte que la muerte y esto es lo que queremos celebrar y compartir en esta asamblea: el amor es una luz que brilla e ilumina toda oscuridad, que resplandece aún en la muerte, si nos amamos y dejamos que el amor sea el sentido de nuestras vidas.
Para los padres
Para toda la familia
Para los más pequeños
La muerte de un ser querido
Al terminar la Asamblea, podemos hacer juntos una oración o rito honrando la vida y la muerte de nuestro ser querido que acaba de fallecer. Todos juntos vamos diciendo:
“Querida abuelo/abuela, padre/madre, amigo/amiga: sentimos mucho tu muerte. Hubiéramos querido que no te murieras. Pero, así como celebramos tu vida, hoy también celebramos tu muerte que te hizo pasar a una vida nueva. Siempre vas a estar presente entre nosotros. Te pedimos que nos enseñas a vivir la eternidad en la tierra hasta que nos volvamos a encontrar en el cielo. A… Dios. ¡Que brille para vos la luz que no tiene fin! Amén”.
ASAMBLEA FAMILIAR
MPEC
Hacemos entre todos un sobre grande plegando papeles y decorándolo de la forma que más nos guste. En esta actividad plástica pueden colaborar especialmente los niños y adolescentes de la familia. Nos reunimos poniendo el sobre en mitad de nuestra mesa. Y repartimos una hoja de papel a cada uno para escribir una carta. Cada uno puede elegir el lugar en donde quiere sentarse a escribirla. Después de un tiempo nos volvemos a reunir, y cada uno lee aquello que quiere compartir de lo que escribió.
Al terminar de compartir, cerramos el sobre y lo dejamos en algún lugar muy importante de nuestra casa, junto a una fotografía de la persona que falleció, hasta que podamos realizar los ritos propios del funeral y las exequias. Sobre el sobre apoyamos una vela encendida significando la presencia de la persona fallecida entre nosotros.
Escribir una carta
En esta actividad pueden participar de forma virtual los familiares que no están presentes en el hogar y los amigos, enviando sus cartas de forma virtual para ser impresas y puestas en el sobre.
Si todos así lo desean, cada uno puede elegir alguna frase de la carta que escribió para armar como una especie de “muro” o cartelera para compartir en las redes sociales junto a imágenes y fotografías que nos ayuden a compartir nuestro amor y dolor en el ámbito de lo social.
Hacemos en un gran papel el árbol genealógico de la persona que murió tratando de recordar a sus padres y abuelos, a su cónyuge y a sus hermanos, cuñados, sobrinos; a sus hijos y conyugues; a sus nietos, etc. Es importante que cada uno pueda encontrar su lugar frente a la persona que murió. Una vez terminada la confección del árbol genealógico (que también se puede hacer con tarjetas que se van ubicando según la genealogía) nos paramos frente a él, y cada uno, según el lugar que ocupa dentro de la familia, realiza un gesto de honra (inclinarse levemente) diciendo:
Honrar su vida y su lugar en nuestra familia
Yo soy tu hijo (hermano, padre, cuñado, nieto), y te doy gracias por ser parte de nuestra familia y por haber compartido conmigo el camino de la vida.
Todos terminamos cantando alguna canción que nos ayude a honrar y celebrar su vida y encendemos una luz como signo de su presencia viva entre nosotros.
Este rito es para ser realizado en la habitación o el lugar en el que la persona fallecida vivió. Podemos hacerlo los que estamos en ese lugar, podemos filmarlo y compartirlo con las personas que no pueden estar presentes.
Entramos en su habitación y nos quedamos unos minutos en un profundo silencio, como percibiendo su presencia entre nosotros, en sus cosas y en este lugar.
Nos disponemos juntos a un gesto muy sagrado que es tomar en nuestras manos lo que esa persona le perteneció y podemos hacerlos de varias maneras, según prefiera cada familia:
Rito en su habitación
Nos reunimos en familia para compartir bendiciones. Bendecir es “decir el bien”. Todas las religiones poseen un conjunto de bendiciones que utiliza en distritos momentos de la vida para desear el bien sobre otras personas u objetos. En esta ocasión, nos reunimos para “decir el bien” acerca de la persona que falleció y para desearnos el bien mutuamente entre nosotros, que los despedimos en medio del dolor y la pena.
Si tenemos en nuestra casa, ponemos en el centro de nuestra mesa una cruz o una imagen de Cristo (sino tenemos podemos recortar una cruz en cartulina, cartón o papel). Podemos empezar el rito encendiendo una gran luz, que apoyamos sobre la cruz que recortamos, mientras cantamos alguna canción. Al lado de la luz encendida ponemos el Libro de la Palabra, un recipiente con tierra, un cuenco con agua limpia y alguna rama u hoja, una hogaza de pan y unas copas de vino.
Podemos hace las seis bendiciones que se sugieren o elegir cuales son las que queremos hacer, o hacer una cada día o en diferentes momentos de estos primeros días de duelo.
Hacemos juntos la señal de la cruz. Nos miramos a los ojos y nos recibimos con la mirada. Respiramos muy profundo recordando para qué estamos reunidos y el sentido que tiene nuestra reunión: queremos bendecirnos mutuamente para acompañarnos en nuestro dolor, y bendecir a la persona que murió, diciendo palabras de bien sobre su vida, su historia y su paso por este mundo.
Bendiciones
Primera Bendición: la tierra
Segunda Bendición: la Luz
Tercera Bendición: La Palabra
Cuarte bendición: El Agua
Quinta bendición: El Pan
Sexta bendición: El Brindis