Buen día… Abrimos los ojos de a poquito, como dos persianitas, y dejamos entrar la luz.
Es la luz de un nuevo día que nos pide permiso para entrar. ¡Un nuevo día, listo para estrenar! Lo primero que voy a decir al abrir los ojos es GRACIAS.
¡Gracias a Dios que me da la vida!
¡Gracias por despertar en mi cama rodeado de personas que me aman!
¡Gracias por todo lo que va a pasar en este día!
Puedo confiar en que cada día es un regalo para mi…
Puedo cerrar los ojos y pensar…
¿Cómo me siento al despertar? ¿Hay algo que me preocupa, me duele o me pone triste? Si hay algo de esto en mi corazón…¿a quién puedo contárselo?
D: DECISIÓN
Yo decido: ¿Cómo quiero vivir este día? (con alegría, en silencio, en compañía, jugando, cantando…) Pienso en una frase para acordármela a lo largo de todo el día.
I: INTENCIÓN
Apoyo las manos en mi corazón que late con fuerza y atesoro este deseo como una intención.
A: ACCIONES
Pienso cómo puedo hacer para que se haga realidad mi decisión para este día.
Recién entonces me levanto y abro bien grande mis brazos para recibir el día que comienza. Vuelvo a decir GRACIAS.
Después de jugar o hacer la tarea, elijo un rincón de la casa que me guste y me sienta cómodo. Tiene que ser un lugar tranquilo. Me puedo sentar en un almohadón o en el piso con las piernas cruzadas. Si quiero me puedo sacar los zapatos para estar más cómodo.
Cierro los ojos y respiro despacito. Intento hacer silencio, imagino que voy apagando todos los ruidos de afuera y sólo escucho mi respiración.
Dejo que entre el aire de a poquito, y me imagino el caminito que hace por todo mi cuerpo, como un laberinto.
¿Cómo está mi cuerpo? ¿Cómo lo siento? Lo recorro despacito como acariciando cada parte y me pregunto: ¿Hay alguna parte de mi cuerpo que me duele o me molesta? ¿Cuál?
Vuelvo a respirar, y me imagino que todo este aire nuevo que entra en mi cuerpo está lleno de luz… y de a poquito me va iluminando, cada rincón del cuerpo hasta entrar en mi corazón.
Allí me quedo. En mi corazón, que es el lugar dentro de mi en donde está Jesús acompañándome, dándome vida… cuidándome…
Apoyo las manos en mi corazón y siento cada latido.
Respiro y digo: Jesús… Jesús… Jesús…
Me relajo, y si quiero me acuesto sobre el almohadón o en el piso, y me quedo en silencio respirando, intentando escuchar cómo late mi corazón y en cada latido va repitiendo el nombre de Jesús.
En el silencio de mi corazón le cuento a Jesús: cómo me siento hoy, las cosas que me ponen contento y me hacen sonreír; y también las cosas que me preocupan o me hacen llorar.
Mi corazón está lleno de la luz de Jesús… Mi corazón está lleno del Amor de Dios…
El Espíritu Santo está siempre conmigo y me cuida… ¡Estoy lleno de Dios!
Aunque esté preocupado, puedo confiar en el Amor de Dios…
Aunque esté triste, puedo confiar en que Dios está conmigo y no me deja nunca…
Puedo abrir los ojos de a poquito y decir en voz alta tres cosas que me hagan sonreír, que llenan de luz mi vida. ¡Las primeras tres que se me ocurran! Y con estas cosas en mi corazón, de a poquito me levanto y vuelvo a jugar.
A LOS FAMILIARES / VIVIR JUNTOS LA ENFERMEDAD / PRÁCTICAS DE BIENESTAR PARA NIÑOS
Cuando se acaban las palabras y las explicaciones, cuando ya no encontramos respuestas que nos consuelen y nos ayuden a encontrar el sentido de lo que nos pasa, es bueno dar un salto de fe y ubicarnos en el Corazón de Jesús, que late al ritmo de nuestro corazón y el de toda la humanidad. Y desde ese lugar, repetir con toda nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor: Sagrado Corazón de Jesús, ¡en Vos confío!
Enseñamos a nuestros niños a cantar está canción y a repetirla muchas veces a lo largo del día.
Entrar en nosotros mismos
Prácticas de bienestar
Antes de irme a dormir, me baño y me pongo el pijama. También preparo mi corazón haciendo la higiene del corazón, que me ayuda a dormir tranquilo y en paz, y a juntar muchas fuerzas para empezar mañana un nuevo día.
Repaso de a poquito todo lo que viví en este día desde que me levanté, todo lo que hice, y las personas con quienes lo compartí.
Respiro profundo y hago memoria. Intento acordarme cómo me sentí, qué cosas pensé, qué descubrí en mi corazón hoy…
¿Qué fue lo que más me gustó de este día?
¿Qué fue lo que no me gustó tanto?
¿Aprendí algo nuevo hoy? ¿Qué?
¿Qué fue lo que más me costó?
Pienso en las caras de las personas con las que estuve hoy.
¿Con quiénes me sentí bien?
¿Con quiénes no me gustó estar?
¿Quiero pedirle perdón a alguien?
¿Quiero decirle gracias a alguien?
Pienso en el día que ya terminó y doy GRACIAS a Dios por todas las cosas que viví en este día. Las que me gustaron mucho, y también las que no me gustaron tanto…
Cierro los ojos y me voy a dormir con un corazón agradecido y renovado, repitiendo muy despacito el Nombre de Jesús.